un niño golpeó a un perro con una botella el dueño del perro levantó la mano para decirle que parara pero el niño esperó a que el perro estuviera desprotegido y volvió a pegarle y otra vez y otra vez ni siquiera la mano de un adulto pudo detenerle el perro se inquietó dispuesto a defenderse si el dueño no hubiera agarrado el collar a tiempo la sonrisa del adulto se habría esfumado rápidamente